El indigenismo se puede
caracterizar como una corriente política y también cultural y antropológica que
tiene su punto de referencia en el estudio y valoración de las culturas
indígenas y el cuestionamiento de los mecanismos de discriminación y
etnocentrismo en perjuicio de los pueblos indígenas.
Para Alejandro Marroquín, el indigenismo como política de los estados, busca
"atender y resolver los problemas que confrontan las poblaciones
indígenas, con el objeto de integrarlas a la nacionalidad correspondiente"
Si
bien por indigenismo se entiende una compleja y extensa interrelación de
políticas, acciones y declaraciones de gobierno hacia los pueblos y comunidades
indígenas –habiendo sido concebido en México, desde los años cuarenta, como una
estrategia gubernamental para la integración de los indígenas a la vida
nacional,–, no existe, ni ha existido, un solo tipo o perfil de indigenismo. El
indigenismo es institución, ideología, etnología, sociología rural, cuerpo
teórico-práctico de intervención; y su objetivo, filosofía, misión y pasión, es
la integración y civilización de las poblaciones autóctonas. Dicho con mayor
fidelidad y elegancia, más que su incorporación al progreso de la nación, es la
salvación de su alma, la eliminación del pecado original de ser indios. “Es
mestizaje biológico y evangelización cultural como forma de consolidación de la
identidad de los mexicanos” (Aguirre Beltrán).
Durante la última década en América Latina se ha hecho
evidente la emergencia de diversos actores políticos de matriz indigenista en
las arenas políticas de cada uno de los países. Sin embargo, esta irrupción en
el escenario político se ha dado de formas muy diferentes y con un éxito muy
desigual de país a país.
en algunos países las movilizaciones indígenas han
desembocado en la creación de partidos
de carácter étnico y, en determinados casos los partidos
indigenistas han conseguido tener una notable relevancia
Las formaciones indigenistas tienen relevancia nacional en Ecuador con la
formación
Pachakutik Nuevo País (PNP); en Bolivia con el partido
Movimiento al
Socialismo (MAS) y con el Movimiento Indígena Pachakutik
(MIP).
Tienen relevancia
regional en Colombia con Autoridades Indígenas de
Colombia (AICO) con presencia en el Senado y en el Congreso
Nacional. en Nicaragua con la formación Yatama
Los críticos del
indigenismo lo consideran como un instrumento al servicio de los estados
nacionales para destruir la identidad de los pueblos indios e integrarlos en
una cultura nacional homogénea.
Propone que el
indio se incorpore aceptando los “valores positivos” de Occidente, como la
economía, la lengua, la ciencia y la tecnología, la organización política y,
por supuesto, la idea del progreso manifiesto. La nación, u Occidente,
absorberá en cambio los “valores positivos” indígenas como el arte, la
sensibilidad y, por supuesto, la historia […] En este intercambio es Occidente el único que fija los precios de
mercado, ya que sólo sus afiliados,iluminados por la razón y la justicia, saben
lo que es positivo (Warman, 1970: 27 y 28).
el indianismo empieza a identificarse con un
proyecto civilizatorio diferente del occidental, caracterizado por el
capitalismo a ultranza, el desarrollismo, y consumismo, la degradación
contaminante del medio, etc. Ese proyecto civilizatorio, no sólo es compartido
por la mayor parte de las organizaciones indias, sino que coincide,
parcialmente al menos, con muchos de los movimientos críticos de la propia
civilización occidental, tales como los de los ecologistas y radicales en
general. Ese indianismo todavía mal definido hace un gran
énfasis en los valores de carácter cultural de la civilización india a los que
no trata de reconstruir siguiendo modelos «arqueológicos», sino que quiere
utilizar como base para un género de convivencia diferente del que proponen las
culturas nacionales de cada país de América Latina.
Propone que el
indio se incorpore aceptando los “valores positivos” de Occidente, como la
economía, la lengua, la ciencia y la tecnología, la organización política y,
por supuesto, la idea del progreso manifiesto. La nación, u Occidente,
absorberá en cambio los “valores positivos” indígenas como el arte, la
sensibilidad y, por supuesto, la historia […] En este intercambio es Occidente el único que fija los precios de
mercado, ya que sólo sus afiliados,iluminados por la razón y la justicia, saben
lo que es positivo (Warman, 1970: 27 y 28).
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