martes, 28 de mayo de 2013

El indigenismo e indianismo.

El indigenismo se puede caracterizar como una corriente política y también cultural y antropológica que tiene su punto de referencia en el estudio y valoración de las culturas indígenas y el cuestionamiento de los mecanismos de discriminación y etnocentrismo en perjuicio de los pueblos indígenas.
Para Alejandro Marroquín, el indigenismo como política de los estados, busca "atender y resolver los problemas que confrontan las poblaciones indígenas, con el objeto de integrarlas a la nacionalidad correspondiente"
Si bien por indigenismo se entiende una compleja y extensa interrelación de políticas, acciones y declaraciones de gobierno hacia los pueblos y comunidades indígenas –habiendo sido concebido en México, desde los años cuarenta, como una estrategia gubernamental para la integración de los indígenas a la vida nacional,–, no existe, ni ha existido, un solo tipo o perfil de indigenismo. El indigenismo es institución, ideología, etnología, sociología rural, cuerpo teórico-práctico de intervención; y su objetivo, filosofía, misión y pasión, es la integración y civilización de las poblaciones autóctonas. Dicho con mayor fidelidad y elegancia, más que su incorporación al progreso de la nación, es la salvación de su alma, la eliminación del pecado original de ser indios. “Es mestizaje biológico y evangelización cultural como forma de consolidación de la identidad de los mexicanos” (Aguirre Beltrán). 


Durante la última década en América Latina se ha hecho evidente la emergencia de diversos actores políticos de matriz indigenista en las arenas políticas de cada uno de los países. Sin embargo, esta irrupción en el escenario político se ha dado de formas muy diferentes y con un éxito muy desigual de país a país.
en algunos países las movilizaciones indígenas han desembocado en la creación de partidos
de carácter étnico y, en determinados casos los partidos indigenistas han conseguido tener una notable relevancia
Las formaciones indigenistas tienen relevancia nacional en Ecuador con la formación
Pachakutik Nuevo País (PNP); en Bolivia con el partido Movimiento al
Socialismo (MAS) y con el Movimiento Indígena Pachakutik (MIP).

Tienen relevancia regional en Colombia con Autoridades Indígenas de
Colombia (AICO) con presencia en el Senado y en el Congreso Nacional. en Nicaragua con la formación Yatama


Los críticos del indigenismo lo consideran como un instrumento al servicio de los estados nacionales para destruir la identidad de los pueblos indios e integrarlos en una cultura nacional homogénea.
Propone que el indio se incorpore aceptando los “valores positivos” de Occidente, como la economía, la lengua, la ciencia y la tecnología, la organización política y, por supuesto, la idea del progreso manifiesto. La nación, u Occidente, absorberá en cambio los “valores positivos” indígenas como el arte, la sensibilidad y, por supuesto, la historia […] En este intercambio es Occidente el único que fija los precios de mercado, ya que sólo sus afiliados,iluminados por la razón y la justicia, saben lo que es positivo (Warman, 1970: 27 y 28).


EL INDIANISMO.


Uno de los principales críticos con el indigenismo será el indianismo.
el indianismo empieza a identificarse con un proyecto civilizatorio diferente del occidental, caracterizado por el capitalismo a ultranza, el desarrollismo, y consumismo, la degradación contaminante del medio, etc. Ese proyecto civilizatorio, no sólo es compartido por la mayor parte de las organizaciones indias, sino que coincide, parcialmente al menos, con muchos de los movimientos críticos de la propia civilización occidental, tales como los de los ecologistas y radicales en general. Ese indianismo todavía mal definido hace un gran énfasis en los valores de carácter cultural de la civilización india a los que no trata de reconstruir siguiendo modelos «arqueológicos», sino que quiere utilizar como base para un género de convivencia diferente del que proponen las culturas nacionales de cada país de América Latina.


Propone que el indio se incorpore aceptando los “valores positivos” de Occidente, como la economía, la lengua, la ciencia y la tecnología, la organización política y, por supuesto, la idea del progreso manifiesto. La nación, u Occidente, absorberá en cambio los “valores positivos” indígenas como el arte, la sensibilidad y, por supuesto, la historia […] En este intercambio es Occidente el único que fija los precios de mercado, ya que sólo sus afiliados,iluminados por la razón y la justicia, saben lo que es positivo (Warman, 1970: 27 y 28).



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